Lugares

De viaje por nuestras playas: Primera parada, Cabo de Gata

Publicado por Fernando Pomeda

Ahora que poco a poco se va acercando el invierno y hemos sobrevivido a la depresión postvacacional, a la ciclogénesis explosiva y a las elecciones catalanas; y nos encontramos inmersos en esta época de puentes y fiestas varias. Nos preguntamos: -¿Por qué no volver a ese lugar apacible con la brisa del viento acariciándonos la cara y las olas del mar de fondo?, ¿Por qué no compartir esa bebida fresquita tumbado en la arena y rodeados de la mejor compañía?.

Como a algunos esto de la playa ya sea por lejanía, por demasiado  trabajo o por falta de pasta; nos pilla un poco lejos, desde aquí os ayudaré a llegar hasta ellas contando los distintos viajes que he realizado por el litoral español.

El primer paraje que me gustaría compartir se encuentra en el punto más suroriental de la Península Ibérica situado en las espléndidas tierras de Almería, el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

Al terminar exhausto el largo trayecto de 600 kilómetros que separan Madrid de Cabo de Gata, me gusta relajarme en el Mirador de las Amatistas, situado en la carretera que une Rodalquilar con la Isleta, contemplando el final del desierto y el comienzo del mar, observando como entre volcanes adormecidos brota la vegetación…

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Vistas desde el Mirador de las Amatistas. Fuente: http://www.passionporalmeria.blogspot.com

Una vez que se han repuesto las energías después del largo viaje, toca ir al camping y deshacer la maleta, no se como lo hacemos pero cada vez que vamos nos metemos más personas en un bungalow más pequeño. Acto seguido recorremos los innumerables caminos que unen el camping, rodeados de hinojos, chumberas y lentiscos, con la playa del Arco en la cual hemos disfrutado de tan buenos momentos protegidos de los fuertes vientos de la zona por las gigantes dunas fosilizadas.

Es en estos caminos y en esta cala, alejados de la civilización, de los coches,  de las farolas; al igual que en otros muchos puntos de nuestro país donde uno puede tumbarse en el suelo por la noche y si las nubes lo permiten tirarse horas y horas ensimismado mirando al cielo e intentando descubrir por qué las civilizaciones antiguas les pusieron nombres a las constelaciones y cual es la razón por la cual nosotros nos pasamos noches enteras en vela y nos solemos olvidar de ellas.

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Dunas fosilizadas de la playa del Arco. Fuente: http://www.cabodegata-nijar.es

La playa del Arco es el lugar perfecto para tumbarse al sol y relajarse o para pegarse un bañito sin preocuparse por los cantos rodados que dificultan la entrada al agua en otras calas, pero si lo que estás buscando es snorkelear (bañarte con gafas y tubo para ver qué hay debajo del agua) lo mejor es que acudas a otra playa de este bello Parque Natural, ya que en la del Arco, al ser de arena, vamos a encontrar pocos animales, algas y plantas.

Son muchas las playas y calas con una gran calidad ambiental para disfrutar del placer de snorkelear, un buen indicativo de esta calidad son las praderas de Posidonia (planta submarina comúnmente llamada alga de vidrieros) en las que se refugian varias especies de peces (sargos, mojarras, salpas…) y en las que si nos fijamos bien podemos ver alguna nacra (molusco emparentado con los mejillones pero de un tamaño mucho mayor).

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Nacra rodeada de Posidonia. Fuente: http://www.naturascape.es

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Sargos nadando alrededor de Posidonia. Fuente: http://www.inpn.mnhn.fr

Una de las playas en las que podemos observar grandes extensiones de Posidonia es la que se encuentra en la Isleta, muchos conocerán este paraje por la amplia playa de arena del Peñón Blanco. Pero los amantes de la vida subacuática preferimos bañarnos en el otro lado de la población, en la pequeña playa donde han construido dos espigones y desde la cual podemos observar varios barcos artesanales pescando en las proximidades. La presencia de esta pradera de Posidonia y las grandes rocas que encontramos bordeando la costa hasta la isla del Moro son las que producen grandes atracciones para los buceadores y pescadores.

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La Isleta. Fuente: http://www.certepatet.es

Al empezar a snorkelear por este paraje optamos por realizar el siguiente recorrido: bordeamos la costa hasta la Isla del Moro y una vez llegamos a la Isla, damos la vuelta; o la bordeamos y volvemos por mar abierto cruzando la pradera de Posidonia.

En la primera etapa de nuestro paseo acuático, pudimos indagar entre recovecos, pliegues y debajo de las rocas sumergidas en busca de invertebrados y de peces. En esta zona es relativamente fácil encontrar pulpos, morenas y muchas otras especies de peces (peces limón, castañuelas, salmonetes…). Debemos tener cuidado con las anémonas (ortiguillas), erizos de mar -que más de uno ha tocado o pisado y se ha llevado un disgusto en forma de púas- y dependiendo de la época del año con las medusas rosas -muy bonitas a la vista pero desagradables al tacto-.

Una vez hemos llegado a las inmediaciones de la isla del Moro podemos salir del agua y si hace buen tiempo descansar secándonos al sol, observando como las gaviotas curiosas se acercan a nosotros mientras descansan antes de volver al mar en busca de otra ración de pescado.

Cuando regresamos al agua podemos volver por nuestros propios nados o si nos apetece nadar bordeanado la isla, teniendo en cuenta que si escogemos esta opción el agua estará más fría y el fondo a mayor profundidad, con lo que nos será más difícil percibir la vida que habita debajo de nosotros. Una vez que nos vamos aproximando a la orilla podremos observar el espectáculo de la pradera de Posidonia en todo su esplendor y disfrutar de las especies de peces e invertebrados que en ella habitan.

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                            Morena. Fuente: http://www.unisub.es    

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Erizos de mar. Fuente: http://www.marmenuda.es

La cala de la Isleta es un ejemplo de los bellos parajes que se pueden encontrar en Cabo de Gata, mi opinión es que quien quiera ir a ver vida submarina, visite el mayor número de calas que pueda ya que la variación en los colores, en las forma de las rocas, en las características de la pradera de Posidonia que puedan albergar y en la mayor proporción de arena o roca  hacen de cada una de  ellas una cala única y merece la pena visitarlas.

Poco a poco mientras nos vamos alejándo de estas tierras y mares, iremos recordando los buenos momentos vividos fuera y dentro del agua y por cada kilómetro que pasa van creciendo nuestras ganas de volver a ver esos fondos sumergidos, esas playas que nunca acaban y esas noches estrelladas…

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